Los bares sin nombre de Madrid





















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Madrid es una ciudad con grandes contradicciones en cuanto a la ocupación de sus espacios públicos y una de las más llamativas es la política que se aplica al consumo de alcohol en la vía pública.

Mientras las plazas se llenan a reventar de terrazas y chiringuitos, en los que despachar alcohol a altos precios está permitido, el consumo de bebidas espirituosas fuera de estos espacios acotados está prohibido.

Pero en el centro, hace ya bastante tiempo que las noches se llenan de un verdadero ejército, bien organizado de vendedores ambulantes, dispuestos a surtir de cerveza a los que no quieren dejar su dinero a los empresarios de la hostelería.

Estos vendedores, se pasan la noche dando vueltas con sus carritos llenos de latas fría o fijos en paradas estratégicas con sus mercancías apoyadas, a modo de barra improvisada, en cajas de fruta recuperadas de la basura.

Con nuestra intervención Bares portátiles hemos querido poner un puntito de atención, siempre con humor, a la realidad nocturna de una ciudad, cuyas plazas se convierten en bares improvisados, en los que la cerveza se paga a precios moderados, a cambio de consumirla sentados en el suelo y con el cielo como techo.

Hemos creado para la ocasión, 10 bares portátiles, imitando la técnica de las cajas de fruta usadas por los chinos, pero hemos querido dotarles de un cierto sentido de permanencia, colocando rótulos luminosos, hechos de cartón reciclado y leds de colores y también de un poquito de «distinción» añadiendo lamparillas rojas, que daban un aire más íntimo al espacio.

Por supuesto, la cerveza no podía faltar, pero nosotros no la vendimos claro, la regalamos a los que las quiseron, que no fueron muchos, ya que estaban algo calientes.

Durante dos noches instalamos nuestros particulares bares en los sitios mas frecuentados por los noctámbulos sedientos y los dejamos para que se familiarizaran con ellos, después tratamos de que los vendedores se los apropiaran o bien para vender en ellos sus propios productos o para que se llevaran los elementos luminosos y los usaran en sus propios puestos y carritos.

Lo conseguimos en la mayoría de los casos, eso sí, después de hablar con ellos un buen rato y de comprarles alguna que otra cerveza…

Ahora se puede decir que conocemos un poco mejor el mundo de los vendedores ambulanes nocturnos, de los consumidores y por supuesto los lugares con mayor interés para reunirse al calor de unas latas bien frías.

Las fotos son de Gustavo Sanabria.


Tiempo de montaje: 6 hora

Daños ocasionados: 0.
Permanencia de la intervención : ¿4 horas?.