Low Cost Lamps (bag version) / Lamparas de bajo coste (versión bolsas)
Years ago, we set out to create low-cost lamps to illuminate the streets, using inexpensive materials, preferably donated by citizens.
Among other ideas, we came up with the idea of using discarded commercial plastic bags—an omnipresent and practically indestructible material. Beyond giving them a new use, we wanted to place them at the center of attention: suspended in the air, floating above our heads, threatening to fall on us and bury us.
These lamps, made from donated commercial bags, can illuminate both outdoor and indoor public spaces. And just like the plastic they are made of, they will last indefinitely, serving as a reminder that the problem doesn’t disappear—it just moves elsewhere. What hangs in the air today will be in our bodies, in our oceans, and in our future tomorrow.
To make them a reality, we need commercial bags donated by neighbors and local businesses that no longer use them. To shape them, we use transparent recycled plastic sourced from local stores and a wire mesh structure to which the bags are attached, creating a chaotic and striking volume. Inside, powerful hidden lights penetrate through the layers of plastic, backlighting the bags and highlighting the collage of colors and commercial logos.
Through this intervention, we take over public space with a clear message: plastic does not disappear. It is in our hands to decide what to do with it and how to use it responsibly.
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Hace años, nos propusimos pensar en lámparas de bajo coste para iluminar espacios públicos, utilizando materiales baratos y, siempre que fuera posible, reciclados.
Entre otras ideas, pensamos en utilizar uno de los materiales recurrentes en nuestro trabajo, bolsas de plástico comerciales descartadas, para, ademas de darles un nuevo uso, ponerlas en el centro de todas las miradas: suspendidas en el aire, flotando sobre nuestras cabezas, amenazando con caernos encima y sepultarnos.
Estas lámparas, podrían iluminar tanto espacios públicos exteriores como interiores. Y, al igual que el plástico del que están hechas, durarán indefinidamente.
Para hacerlas realidad, necesitaríamos bolsas comerciales donadas por vecinos y comercios locales que ya no las utilicen. Utilizamos plástico transparente reciclado del comercio local para darles volumen, y una estructura de malla de gallinero sobre la que sujetamos las bolsas, creando formas caóticas y contundente. En su interior, instalaríamos luces ocultas de gran potencia que atraviesen las capas de plástico, retroiluminando las bolsas y resaltando el collage de colores y marcas comerciales.
A través de esta intervención, ocuparíamos espacios de uso público con un mensaje claro: el plástico no desaparece, sólo cambia de lugar. Y lo que hoy cuelga en el aire, mañana estará en nuestros cuerpos, en nuestros mares y en nuestro futuro.